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martes, 9 de mayo de 2017

LIBEREMOS LAS ENCUESTAS

La sociología buscó identificar las preferencias de los actores sociales por medio de entrevistas, encuestas y sondeos, con el fin de identificar patrones comunes o adversiones mayoritarias, así surgió la demoscopia o la técnica de realización de encuestas probabilísticas.
Se usó con todo éxito en el marketing y la publicidad; no obstante, tuvo severos reveses en la política. En las elecciones presidenciales de EE.UU en 1936  Literary Digest escogió una muestra monumental de 3 millones de boletas electorales para definir la contienda entre Landon (Republicano) y Roosevelt (Demócrata), dando como ganador al primero con 56 % de preferencias; en tanto que el matemático y estadístico George Gallup, creador de una pequeña empresa (Instituto Americano de Opinión Publica), hizo una muestra de sólo mil electores y predijo que Roosevelt ganaría con el 61 % de los votos. ¿Qué fallo? Digest no supo estratificar adecuadamente sus electores predominando el norteamericano clásico: obreros, clase media, urbano, con alto nivel de escolaridad y protestante. Gallup amplió su muestra a los desempleados, negros, migrantes, empobrecidos por la crisis del 30 y católicos, entre otros.
El éxito de Gallup fue su independencia y probabilidad cercana; no obstante, tuvieron errores en 1948 (soslayaron a Truman), en 1976 (Subestimaron a Carter) y en 2012 (derrotaron a Obama). La reciente auditoría de Gallup ha precisado que la selección aleatoria debe estar vinculada a los censos norteamericanos que miden: género, juventud, educación, religión, etnia, empleo; para coincidir con lo que históricamente le dio éxito: su objetividad.
En nuestro caso, hemos pasado de entidades nacidas espontáneamente a empresas institucionalizadas (Registro ante el JNE)  sustentado por la información que al hacerse pública influye sobre los electores, que debe dejar constancia de su calidad técnica (tamaño de la muestra, lugares donde se efectuó, margen de error, nivel de confianza, etc.)
Hoy, lo que está en discusión a propósito del Código Electoral es si la veda de publicidad de encuestas debe mantenerse a un domingo anterior al día de los comicios (art. 191° de la LOE), cuando éstas se difunden a nivel internacional o en internet, convirtiéndose la prohibición en una ficción legal; por ello se propone razonablemente que exista una restricción de divulgación hasta un viernes antes del día de las elecciones (art. 340° del CE)
No hay que restringir las encuestas, lo que debemos garantizar es que sean técnicamente realizadas (concordándolas con el Censo Nacional de este año) con la menor probabilidad de error. Liberemos las encuestas para tener electores más informados.

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