Cuando Yuri Gagarin dio la primera vuelta al espacio de la tierra, en 1961, se evidenció porque la ciencia soviética era la más avanzada en propulsión, combustión y tecnología espacial.
El reto fue extraordinario para la ciencia norteamericana, el Presidente John F. Kennedy asumió el encargo de llevar al primer hombre a la Luna; para ello, la universidad y los centros de investigación debían hacer la proeza de plantear nuevas metas a la ingeniería de vuelos. Eso se concretó cuando el Proyecto Apolo puso a Neil Armstrong en suelo lunar en 1969. Había triunfado la ciencia y con ello la universidad, para bien del desarrollo humano.
La Unión Europea, pretende tener primacía tecnológica en el siglo XXI, desde el proyecto Eureka se han impuesto como meta: poner al primer hombre en Marte. Con la tecnología de hoy, el viaje demoraría 8 años por la distancia, el peso del combustible y la velocidad. El reto se lo han dado a la Universidad.
La Universidad del Viejo Mundo debe transformarse para que su investigación de tecnologías de punta pueda cumplir estos objetivos. Este cambio implica una verdadera reforma en diversas áreas, desde los alimentos, la informática y la velocidad de la luz.
Los premios, las becas y las prioridades están sobre las áreas de ciencias, y al interior de ellas sobre disciplinas y temas de vanguardia: combustible sintético, energía atómica, fibra óptica y la nanotecnología.
En los años cincuenta se creía descomunal surcar el espacio, y la inteligencia humana lo conquistó; en los años sesenta se creía inalcanzable la Luna y la investigación científica lo logró; hoy se cree remoto llegar a Marte, y la Universidad Europea promete la toma del Planeta Rojo.
Los países se desarrollan cuando poseen sueños que son alcanzables, en tanto sus jóvenes estudian e investigan para alcanzar metas individuales y objetivos nacionales. En nuestro caso, sólo en Lima metropolitana, los retos son unir el Callao con la isla de San Lorenzo, hacer de la Costa verde un espacio saludable y turístico, además de dotarnos en las próximas décadas de un transporte masivo y rápido de calidad. La universidad del mundo desarrollada está abocada a conquistar Marte, nuestra universidad tiene la obligación de ganar la tierra para bien de sus habitantes.
Hace 20 años un pequeño movimiento vecinal (“Obras”) se enfrentó al sistema de partidos hegemónicos y lo venció de manera categórica a pesar que los medios de comunicación, los grupos económicos y el aparato del Estado buscaron evitar siquiera su presencia.
¿Qué había pasado? Desde 1978 se reconstruyó un sistema de partidos (PAP, PPC y AP) que se alternó el poder con resultados deficitarios para los electores. Hasta 1983 la izquierda fue la fuerza que encarnó la protesta y la alternativa al sistema partidario.
El éxito de Alfonso Barrantes Lingan (1927-2000) fue encarnar esta emergencia social a través de la gestión municipal. No obstante, la izquierda rápidamente se incorporó al poder, de outsider terminó formando parte del Estado burgués, que en sus proclamas anunciaba sustituir. Hoy la izquierda caviar no sólo es el más fiero defensor del sistema, sino su conciencia rentada.
En términos estadísticos la democracia de la década del ochenta, no fue superior al velasquismo de los setenta, la violencia política agravó más aún cualquier posibilidad de redistribución económica. Fernando Belaúnde ganó las elecciones con las expectativas del 45%, tras un gobierno decepcionante, salió con el 7%; la esperanza la encarnó el joven Alan García que obtuvo el 45% de los votos de las elecciones de 1985 y el PAP se retiró en 1990 en medio del repudio del 80% de los peruanos.
Ni una coalición de partidos (Fredemo) pudo frenar la furia electoral en 1990. El voto de castigo lo encarnó Fujimori cuyo discurso antipartido capitalizó una base electoral de los excluidos del sistema de representación.
La legitimidad del fujimorismo en la década del noventa no fue moral, sino puramente estadística, estableciéndose que los sistemas políticos no sólo se afirman por su origen, sino además, por sus resultados: contuvo la inflación, derrotó a la subversión y mejoró los indicadores económicos.
Vulnerado el sistema de partidos políticos, surgieron contrapesos al propio Fujimori, apareciendo los nuevos liderazgos “independientes”, con Alberto Andrade, Luis Castañeda Lossio, Javier Pérez de Cuellar y el propio Alejandro Toledo.
Con la caída del fujimorismo en el 2000, se consideraba que el ciclo de los outsider se cerraba definitivamente en el Perú. No fue así: Toledo, también, ganó por ser independiente en el 2001.
No obstante, las elecciones municipales del 2003, contra todo lo interesado que se dijo: fueron ganadas por los movimientos independientes. Así los partidos políticos ganaron mayoritariamente en las provincias (cerca de 200), empero en los distritos (mas de 2000) ganaron los movimientos vecinales e independientes. Nuevamente, surgió lacontradicción entre sistema de partidos y listas independientes, entre militantes y outsider, entre lo tradicional y lo emergente. Más aún, se inventó la contradicción entre los “demócratas” y los anti-sistema.
Para cerrar el circulo de hierro los partidos políticos establecieron una valla electoral del 4%, promovida desde un Congreso carente de toda legitimidad, en una alianza entre el PAP, UN y Perú Posible.
Cuando ganó Alan García (2006) se proclamó que se había salvado el sistema, soslayando que de cada 10 votantes, 5 habían sufragado independiente y de manera radical. El Norte y Lima habían sostenido el sistema, en tanto el resto del país había sido contestatario.
Hoy ese escenario no ha cambiado, evidenciando que las elecciones regionales y municipalidades serán ganadas por las listas independientes o los frentes regionales, quienes han podido consolidarse localmente, empero carecen de un discurso nacional, con la defección de Simón, que desperdicio este liderazgo.
Vistas así las cosas ¿Cuál será el escenario del 2011? Keiko Fujimori y Ollanta Humala, acaparan el sufragio convencional de derecha y de izquierda. Hay otro 50% del país que rechaza estas candidaturas.
Si el país se polariza el centro político puede capitalizar, pero este no puede ser el Frente de Centro de Toledo, pues este reproduce al fracasado FREDEMO (66% rechaza esta maniobra electoral), sino el centro que pretende los cambios dentro de la moderación. El outsider no necesita padrinos, requiere estar lejos de la clase política. El único que hasta el momento no ha malgastado su patrimonio electoral es Castañeda. ¿Qué le falta? Decidirse.
Sus críticos dirán: es más de lo mismo, es mudo, es limeño. Si se asocia al PPC o a Perú Posible caería en la trampa de “mas de lo mismo”. Castañeda no necesita hablar para acumular. El tercio electoral limeño, impulsa su rápida irradiación nacional, a Castañeda sólo le falta asumirse ser el outsider del 2011.
A pesar de la Ley de Partidos y la valla electoral el voto independiente se ha expresado de extremo a extremo. Si sumáramos el voto por los movimientos independientes y los contrastamos con el voto de los partidos, veríamos que estos últimos siguen siendo minoría. Esto evidencia la crisis de representación por la que atraviesa el sistema político peruano y por que los outsider son el factor desestabilizador y victorioso de este.
Ricardo Belmont destruyó el mito de la invencibilidad de los partidos políticos. ¿Luis Castañeda podrá vencer el karma de los exitosos Alcaldes de Lima, para convertirse en el hermanón del 2011?.
Nuevamente se ha planteado en el debate legislativo lo recomendable de asumir el sufragio optativo (o voto libre) en contraposición al vigente voto obligatorio (o sufragio coactivo).
La propuesta superaría la actual concepción del sufragio: deber - derecho, reservándolo exclusivamente a una libertad ciudadana a ser asumido de manera facultativa y optativa.
Nadie que busque potenciar las libertades políticas podría oponerse a esta iniciativa, que es disfrutada por otros países cuyas democracias son más antiguas y sólidas (EE.UU., Inglaterra, Suiza, entre otros), pero también la ensayan países que no tienen esta tradición como Colombia o Nicaragua, con contradictorios resultados.
En nuestro caso podríamos ensayar cuáles serían las ventajas posibles sobre el voto obligatorio:
a.Dejaría a la discrecionalidad del ciudadano el acto de sufragar.
b.Eliminaría la coacción (multas y estigmas) para estimular la participación política.
c.Daría mayor convicción a los votantes sobre sus opciones electorales.
d.Se identificaría mejor los niveles de conciencia política en nuestro país.
e.Se cumpliría cabalmente la libertad constitucional del elector (art. 31º), de otro lado desaparecería la coacción que refiere el art. 186º: “El proceso electoral debe ser pacífico y sin ningún tipo de presión, de lo contrario se estaría vulnerando el derecho a la libertad de elegir sin coacción”.
Si bien estas serían sus ventajas, es necesario observar su contraparte para tener una visión más objetiva y menos ideal, siguiendo las recomendaciones de Max Weber de sopesar los medios y sus consecuencias, previendo la idoneidad de los cambios respeto de los fines deseados, contemplar las posibilidades de éxito y tratar de prever las consecuencias no deseadas.
El voto voluntario, de admitirse a priori, objetaría características propias del vigente modelo constitucional, pues nuestro sistema democrático presenta tres cualidades que refuerzan el voto obligatorio:
1.Democracia de mayoría. El modelo democrático peruano es de mayoría, según el ideal roussoniano, anterior al modelo democrático de minoría (que practican hoy las sociedades avanzadas). Por tanto, la elección no sólo es discernimiento entre varias opciones, sino además que el gobierno cuente con una mayoría matemática, (art. 184º de la Constitución: “El Jurado Nacional de Elecciones dictará la nulidad de un proceso electoral, de un referéndum o de otro tipo de consulta popular cuando los votos nulos o en blanco, sumados o separadamente, superen los dos tercios del número de votos emitidos”). El ideal del autor de El Contrato Social era la formación de un gobierno de mayoría calificada (absoluta y no simple). Hecho que no necesariamente se cumple con el voto facultativo.
2.Democracia de inclusión. Históricamente el Perú a tenido una democracia de exclusión (sexual, generacional, económica, educativa, laboral, etc.). Precisamente, su superación fue el establecimiento de una democracia de inclusión social: voto de los mayores de 21 años (1933), voto de la mujer (1956), voto de los mayores de 18 años (1978), voto de los analfabetos (1980), voto de los militares (2005), etc. La “democracia” de la denominada “República Aristocrática” (1895-1920) representaba a menos del 1 % de la población total del país, en este caso la exclusión electoral hacia una ficción la democracia y la representación de la mayoría. Con el voto facultativo votarían los más informados y politizados, configurándose una nueva exclusión contra los menos ilustrados.
3.Democracia de consenso. Las experiencias de 1948, 1962, 1968 y 1992, demuestran que cuando se quiebra el consenso político el modelo colapsa. La Constitución de 1933 estableció un sistema electoral que ungía al Presidente con mayoría simple, hecho que propicio permanente inestabilidad política. Para fortalecer la democracia de mayoría la Constitución de 1979 incluyó la Segunda Vuelta electoral o ballotage –tomado del sistema francés-, para que el Presidente cuente con amplio respaldo electoral y consenso entre las fuerzas políticas (art. 111º de la Constitución). La segunda votación debía reforzar al mandatario y ungirlo con el mayor consenso posible. Una de las consecuencias del voto facultativo es la eliminación de esta institución.
En este caso sobre el ideal debe primar el realismo, sobre la conveniencia su sentido de oportunidad. Hoy día se ha llegado a comprobar que la democracia es un sistema que posee variados tiempos y es un proceso evolutivo, no es comparable la realidad inglesa de democracia madura, con la democracia incipiente –primitiva la han llamado algunos- de nuestras sociedades.
El voto optativo ha tenido éxito en sociedades de mayor integración cultural y cívica, cuyo aprendizaje democrático ha demandado varios siglos. Países donde existen sistemas de partidos sólidos, especialmente bipartidistas (EE.UU. e Inglaterra), donde se practican periódicas y obligatorias elecciones primarias, que no es nuestro caso, y donde el voto tiende a polarizarse entre grandes formaciones partidistas, evitando la dispersión de curules y la fragmentación política.
En nuestro caso, nuestro sistema de partidos en los últimos veinticinco años ha tendido al pluralismo extremo, en las elecciones de 1980 se presentaron 15 formaciones políticas, en 1990 concurrieron 15 y en el 2006 se presentaron no menos de 20, a pesar de la valla electoral y la Ley de Partidos Políticos. Eso constata la fragmentación del escenario electoral. Peor aún, no existe tradición de elecciones primarias, planteadas como obligatorias por la Ley 28094.
Esta dispersión produce inevitablemente una atomización de la representación política, consolidando el sistema de pluralismo no moderado. Para salvar este impase concurre la Segunda Vueltaest e elecciones primarias, planteadas como obligatorias por la Ley 28094.
s de 198'tiende a polarizarse entre grandes formacion electoral para darle consistencia, fundamentalmente al Ejecutivo.
El modelo democrático de mayoría no es sólo un cuerpo que se funda en una proporción matemática de votos, sino en la creencia de representar una voluntad general, si esta se pone en duda entonces el sistema pierde su legitimidad consensual.
El voto optativo es volátil. Debemos analizar una encuesta efectuada en el 2002, a la pregunta ¿Si no existiera multa asistiría a sufragar? La respuesta fue 25 % si, 75 % no. Mucho depende de los resultados institucionales para motivar a los electores. Si eventualmente la gestión gubernamental no fuese óptima: ¿Acrecentaría el ausentismo o deserción electoral? Si desmotiva, en términos porcentuales significa que la democracia peruana que se sostiene en 16 millones de electores, con el voto optativo se podría sustentar en poco más de 3 millones de electores. Así, un Presidente hipotéticamente sería ungido, por la dispersión electoral, con menos de 500 mil votos. Hecho que es indiscutible en una democracia de minoría, pero hartamente polémico en una democracia de mayoría que se sustenta en amplios consensos.
¿ma democrático presenta tres caza para la ONPEy coaccirta. Hoy con multas el ausentismo promedio de las últimas dos décadas fue del 20 %. Sin esta obligatoriedad y en crisis de representación, ¿Cuántos de los 200 electores por mesa podríamosatraer al acto de sufragio?, la respuesta es incierta. En términos administrativos el hecho es más complejo, si el voto fuese voluntario, la conformación de los miembros de mesa debería ser también optativo y no coptativo como es ahora. Se requerían 600 mil voluntarios (3 miembros titulares y 3 suplentes por cada mesa electoral) para cubrir 100 mil mesas de sufragio (N. Loredo), que actualmente a pesar de las multas y coacción sigue siendo un dolor de cabeza para la ONPE. En su defecto se debería contratar o hacer que se cumple el SECIGRA – Derecho por esta vía.
Ninguno de estos argumentos pretende invalidar las bondades del voto libre; no obstante, planteamos nuestros reparos a su oportunidad, cuando la democracia, a veces producto de sus pésimos actores, es seriamente cuestionada por los propios electores.
Resumamos: el voto libre es la fase superior del desarrollo institucional y no su fase inicial, como es nuestro caso. No hagamos, como en otros temas, de un buen deseo una pésima imitación, ni de una noble ilusión un triste resultado, por todo ello voto en contra.
Para romper el centralismo capitalismo, se le debe anteponer contrafuertes en el norte y en el sur, que cerquen a Lima. El siglo XIX fue del sur-andino. Arequipa asumió su crecimiento con el puerto de Mollendo a principio de la república y lo completo con su ferrocarril en 1871. La Ciudad Blanca hasta fines de 1950 fue una esperanza con su parque industrial y la cuenca lechera.
No obstante, Arequipa –fundada en 1540- no pudo hegemonizar el conjunto de las demandas regionales, producto de las sempiternas rivalidades localistas, incólumes desde las encomiendas coloniales, incapaces de entender la lógica de la acumulación macro-regional. Los enconos avivaron la incomunicación vial.
En el siglo XIX, Lima una ciudad más pequeña que Arequipa, Cuzco y Puno; les sacó ventaja cuando pudo establecer el ferrocarril al Callao (1851), a Chorrillos (1858) y, posteriormente, otro al centro del Perú (1875), en ese momento comenzó el auge económico de Lima, a expensas de las riquezas de los andes centrales y los valles circundantes. Lima recién en 1878 derrumbo sus murallas virreinales, dando paso a la urbe que cogió esplendor durante el leguismo (1919-1930).
Con la carretera Panamericana no sólo se recentralizó el país sino, además, se litoralizó, generando la dualidad costa-sierra, campo-ciudad y capital-provincia. Mientras la capital por su creciente densidad poblacional generó una economía a escala, la provincia andina por su fragmentación poblacional, incomunicación vial y sus rasgos productivos serviles producían economías autárquicas de subsistencia.
Arequipa, a pesar de su pujante burguesía, quedó atrapada por el prejuicio localista de sus vecinos, que se manifiestan hasta hoy en conflictos de límites, agua y canon. La hegemonía de una ciudad no se manifiesta en la fortaleza de sus adoquines sino en la capacidad de comprometer a sus vecinos, en una unión más allá del terruño. El Misti rivalizaba con el Vilcanota, este con el Collao, en tanto Lima acumulaba.
En los últimos 20 años ha surgido una muralla pujante en el norte que se expresa en tres ciudades autosuficientes: Trujillo, Chiclayo y Piura. El norte tiene una oportunidad única. Para contrastar a Lima, se requiere la sinergia de éste polo norteño.
Trujillo –fundado en 1535- fue la ciudad de indiscutida preponderancia en el norte durante cuatro siglos. Allí se instaló la capital de Estado Nor-Peruano en 1837, su momento estelar fue cuando se inició la construcción del ferrocarril Pacasmayo-Cajamarca (1871), a cargo de Enrique Meiggs (1811-1877), intento que se frustró e impidió el pre dominio geoeconómico del hinterland norteño. Chiclayo carece de abolengo colonial, en 1835 era un modesto caserío, de ancestros mochicas, flanqueado porlos valles de los ríos Lambayeque y Saña. La agroexportación y el puerto de Pimentel cobraron auge, que ni la Guerra del Pacifico pudieron quebrar. Por su conectividad con el nororiente y la cuenca del Chilcayo en San Martin, la Capital de la Amistad, ha acrecentado determinadas fortalezas que la hacen una urbe cosmopolita, centro de migración regional, acumulación de capital financiero, polivalente mano de obracalificada (agrícola o informática) y equidistancia a Lima, Tarapoto o Ecuador.
Yehude Simón no entendió la lógica de su elección regional. En vez de quedarse a construir un liderazgo estratégico en el norte, como lo hizo Jordi Pujol –líder histórico de Barcelona- quien en veinte años hizo de Cataluña la región emblemática de España, por encima incluso de Madrid, prefirió caer en la tentación tradicional de apostar desde Lima hacia el país. El reto es al revés.
Los norteños deben aprender de la lección arequipeña: 1) Los parroquialismos fragmentan y vigorizan a Lima, 2) La fortaleza de uno inevitablemente trasciende a los otros 3) Se requiere un liderazgo que transponga el departamento y 4) Que exista vocación de autonomía económica.
Que Tumbes sienta recelos de la potencialidad piurana, es como que los chiclayanos vean como rivales a los trujillanos, cuando un auténtico plan de desarrollo macro-regional multiplicaría los créditos para todos, garantizando acrecentar el PBI regional y la renta percapital que bien podría alcanzar a la limeña. Estas tres ciudades tienen casi la misma importancia económica que los conos limeños, en las cuales se sostendrá la capital del futuro.
A inicios de nuestra era los pobladores de los valles de Virú, Santa y Nepeña crearon una civilización singular, caracterizada por el dominio de la agricultura, la técnica de sus acueductos y una inusual capacidad de urbanización, evolucionaron desde un Estado militarista hasta un horizonte que se integró a otras civilizaciones por medio del comercio. Ellos crearon el primer gobierno regional, autosuficiente y prospero.
Después de cerca de dos milenios, los descendientes de los Mochicas tienen el reto de reeditar la hazaña nativa, emulando los polos alternativos de Ecuador (Guayaquil), Colombia (Medellín) o Bolivia (Santa Cruz), construyendo una potente opción económica que, por fin, descentralice el país.